OPINION
Página 12
Lo espasmódico, el litigio y la política
Por Ricardo Forster *
Nuestro país suele tener movimientos espasmódicos, rara vez sus desplazamientos son esperables y previamente determinados, como quien sabiendo hacia dónde se dirige no duda respecto de la mejor ruta para llegar a tiempo. Sacudones, cimbronazos, giros inesperados de timón, desvíos, embotellamientos, sendas rodeadas por desfiladeros amenazantes, laberintos, son apenas algunas de las figuras que entorpecieron y entorpecen la marcha hacia alguna meta identificable.
Tal vez durante los años '90, esa década entre triunfalista y patética, cuando la metamorfosis menemista produjo una pirueta ideológica que llevó a gran parte del peronismo hacia el ultraliberalismo, el país siguió, como en ese otro año fatídico de 1976, un rumbo económico-ideoló
Allí hubo rumbo, orientación, dureza para seguir por el camino definido en el marco del consenso de Washington. Amplios sectores de la población se identificaron entusiastamente con el modelo privatizador; leyeron en la tarea del ministro Dromi, el gran ideólogo del desguace del Estado, una acción de engrandecimiento que nos llevaría en línea directa hacia el Primer Mundo, ese espejo siempre soñado por la tilinguería argentina, en especial en su versión norteamericana. Mientras la convertibilidad hacía posible viajar por el mundo como si se estuviera yendo a Berazategui, la ola privatizadora se llevaba puesto el patrimonio nacional ante la pasividad de muchos y la aceptación cómplice de la mayoría.
Aquella frase "achicar el Estado para agrandar la Nación" había encarnado en el imaginario argentino, desplazando viejas perspectivas transformadas, en ese momento, en antiguallas ideológicas, en rémoras de un pasado definitivamente enterrado por los nuevos vientos modernizadores en correspondencia con la economía global y sus demandas. Consenso, de Washington y del doméstico, para destruir décadas de esfuerzo, para abrir una caja de Pandora que terminó de estallar en la crisis de 2001.
Tal vez por eso, el debate abierto por la reestatizació
Y que cuando hablamos de economía estamos incursionando, lo sepamos o no, en los resortes más finos de la política y en esos otros mundos más complejos y arbitrarios de los imaginarios sociales y culturales; que es inimaginable un gran cambio en el rumbo del país que no sepa penetrar en esos mundos muchas veces desconocidos por los políticos pero sabiamente trajinados por los medios de comunicación que suelen hacer el trabajo fino a la hora de instituir perspectivas y deseos capaces de solidificar en la conciencia pública incluso aquello que atenta contra ella.
Discutir entonces el complejo proceso abierto por la posible reestatizació
- de la economía,
- del Estado,
- de los derroteros ideológicos que sustentan las distintas posiciones,
- los modos de producción de subjetividad (modos decisivos a la hora de volver viables proyectos que, entre otras cosas, tienen que desmontar pacientemente viejas pertenencias y formas duras de la identidad trabajada por los relatos neoliberales, esos que penetraron profundamente en una sociedad que vive como naturales fenómenos artificiales)
. - El debate, siempre bienvenido, supone atravesar fronteras y aduanas y, claro está, implica adentrarse también en el pasado y sus continuidades (aunque haya quienes sostengan, con todo el peso de su prestigio intelectual y de su abandono de cualquier perspectiva emancipatoria en nombre de la resignación ante lo que definen como el dominio de lo gris democrático –un valor enfrentado a lo imposible épico—, que no debe hacerse política en el presente haciendo uso de recursos del pasado; que la memoria de lo acontecido traba la invención del futuro).
- Por eso, pienso, constituye una gran debilidad del Gobierno ir detrás de los acontecimientos, ya que pone en evidencia que no se ofrece un proyecto coherente más allá de una cierta inclinación, encomiable, hacia el rescate de las funciones indelegables del Estado (aquellas que tienen que ver con lo público pero que, fundamentalmente, se vinculan al cuidado y protección de los intereses del conjunto de la comunidad, en especial de los más débiles).
Sin un proyecto visible, consensuado, inteligente y audaz, todas las medidas que se tomen parecerán el producto del oportunismo, expresarán el movimiento espasmódico de un gobierno que no acaba de tomar al toro por las astas y que, más bien, suele reaccionar tarde ante el asalto de lo inesperado. En este sentido, ha sido más que saludable el paso por Diputados del proyecto elevado por el Poder Ejecutivo, y más saludable fueron las modificaciones que se propusieron y que llevaron a amplificar los apoyos y los consensos en un tema central y decisivo allí donde, insisto, lo que se discute y lo que se pone en cuestión es el horror que significaron gran parte de las políticas privatizadoras enarboladas triunfalmente por los poderes económicos y políticos durante la década del '90. Las modificaciones introducidas en el proyecto han significado una profundizació
Hay, eso es obvio, una relación directa (aunque oscurecida por los intereses de turno y los lenguajes mediáticos) entre la importancia estratégica de las retenciones móviles, los planteos redistribucionistas
Quizá la querella en torno de AA vino a manifestar no sólo la necesidad de rescatar una empresa emblemática para los argentinos (tan emblemática que ha podido resistir su deterioro y su caída en picada ofreciéndose como un punto de partida más que significativo a la hora de batallar por los imaginarios culturales), sino que posibilita revisar, con espíritu crítico, tanto los titubeos y las incoherencias gubernamentales, sus "núcleos" inconfesados y oscuros que se relacionan muchas veces tanto con intereses corporativos como con funcionarios que suelen dañar al propio oficialismo, como con esa otra crítica, generalmente utilizada por sectores de izquierda y progresistas, que lo acusan de impostura, como si todo lo acontecido en estos años no hubiera pertenecido sino al registro de la fábula o de la ficción. Puro juego de sobreactuació
* Doctor en Filosofía, profesor de las universidades de Buenos Aires y de Córdoba.
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