En un magistral contragolpe a la política desestabilizadora de Washington en América Latina, Hugo Chávez expulsó en forma humillante al embajador imperial Patrick Duddy, respaldado por el Coloso del Sur, Brasil, que advirtió a la camarilla de la Casa Blanca que no cruce la línea roja de la zona de influencia brasileña. En el lenguaje diplomático de Itamaraty: "No toleraremos una ruptura del ordenamiento institucional boliviano".
Con el apoyo de Argentina y Paraguay se establece, de esta forma, un cordon sanitaire, un "cerco sanitario" en torno a las zonas separatistas que Washington ha creado mediante una perversa inversión del "foquismo" revolucionario de los años sesenta. Se está configurando, en consecuencia, un plan regional de seguridad geopolítica del Bloque Regional de Poder latinoamericano. Es evidente que tal configuración no puede carecer del elemento coercitivo, es decir, la concentración de fuerzas militares en las fronteras geográficas de los focos contrarrevolucionar
La peligrosa crisis latinoamericana que vivimos es el corolario del ajedrez mundial de la camarilla estadounidense-
El golpismo de Washington y sus oligarquías aliadas en América Latina está generando las condiciones para la batalla decisiva contra la Doctrina Monroe. La agresión militar de Washington-Tel Aviv-Bogotá contra el campamento de las FARC en Ecuador y el negociador internacional de la liberación de los rehenes, Raúl Reyes, fue el inicio de lo que Washington pretende sea la ofensiva final contra los gobiernos latinoamericanistas del hemisferio. En aquella ocasión, la nueva clase política latinoamericana evitó, a instancias de Brasil y Cuba, la confrontación con Bush y su peón Uribe, juzgandoque las condiciones de batalla no eran idóneas.
Esta vez, la reacción de Brasil y Venezuela demuestra que han entendido que la batalla por Bolivia es decisiva y que su desenlace determinará el futuro de la nueva clase política latinoamericana ---a la cual pertenecen y que tratan de consolidar--
Todos los presidentes de la nueva clase política latinoamericana son éticos y ninguno quiere el derramamiento de sangre. Pero la historia enseña que las batallas decisivas entre los proyectos históricos se deciden por la correlación de fuerza entre las violencias organizadas: en este caso, la violencia organizada fascista-imperial versus la violencia organizada legal y legítima de los Estados.
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