lunes, 25 de junio de 2007

[Red_K] A proposito de las elecciones... No pude menos que reenviárselos

Pensando en voz alta.

La débil democracia de los Estoicos.
La instalación de un Proyecto de País fundamentado en la propuesta de
una Economía Social Solidaria, es parte indivisible de la
construcción política que efectivamente lo permita.
El acceso a una economía social fuerte, necesita de una sociedad que
la entienda y la comprenda, así como de la comprometida construcción
del tejido social institucional y el fortalecimiento de sus valores
comunitarios, culturales y la profunda conciencia de su identidad
nacional y local.
Debemos en consecuencia también comprender la política y la práctica
política.
La política se ha convertido en un juego sofisticado de ganar y
perder. Una especialidad que en el siglo XXI, de la mano de la
revolución tecnológica funciona por simple percepción.
Habrá ganadores y habrá perdedores es el planteo estrategico.
Hoy no es dificil percibir que hay Jueces funcionales solo para
ricos, poderosos y corruptos.
Senadores y Diputados funcionales al Poder Ejecutivo pese a la
declamada independencia de poderes de un sistema republicano virtual.
Y un Poder Ejecutivo que construye su propio espacio de poder y
pertenencia plural, funcional a toda la clase política profesional
dispuesta a vivir del Estado.
De hecho, esto es lo que la crónica diaria nos hace recordar, saber,
y asumir como habitual a cada momento y en todo lugar a traves de
toda la prensa informativa que no sea la alternativa al modelo. Y el
modelo es el que dicta las reglas de juego al fin y al cabo.
Y así como percibimos que no hay jueces para pobres y desempleados en
argentina. Percibimos que no hay una oportunidad para que otros
cambios necesarios encuentren a la "Argentina Posible" como
destinataria del imaginario lírico y soñador que algunos postulamos
para la Economía Social Solidaria en un estadio apenas deliberativo
sin obtener ganadores.
Una argentina minúscula y egoista no creará las condiciones
necesarias para que algo cambie. Fracasamos una y otra vez, porque
una nación que no construye civilidad, es fragil desde la propia
ausencia de participación ciudadana comprometida, es necesario que se
edifiquen cimientos donde afirmar nuevas condiciones, esto es desde
abajo hacia arriba. Un ciudadano que no contribuye, consiente con su
apatía la deformación y agonía de su propio sistema democratico y
republicano de gobierno, no puede ofrecer el marco para una propuesta
destacada con mayusculas para otra economía posible ante el concepto
y la filosofía vigente del libre mercado como única opción superadora
en el juego.
Acabamos de decir que no hay jueces para pobres y desempleados. La
verdad, tampoco hay obra social para ellos, no hay sindicatos para
ellos, no hay una formación en igualdad de condiciones para ellos, y
la lista puede ser interminable hasta llegar hasta la estigmatización
de su condición al ser excluidos con un plan social de pesos ciento
cincuenta por mes, en un país que para vivir necesita al menos mil
quinientos.
En una economía de libre mercado, nadie quiere registrar en su
inventario o sus activos la pobreza y el desempleo. Ni asumir los
costos de que no exista mas este estado de miseria. En consecuencia,
hemos consolidado los contratos basura, el trabajo en negro, la
competencia desleal y sublimado los subsidios al desempleo como
práctica para disfrazar el indice de desempleo y hacer menos visible
su real existencia.
Esta filosofía salvaje del poder económico vigente con la complicidad
de la corrupción política del ejecutivo, los legisladores, los jueces
y nuestra domesticada ciudadanía complice por omisión, en concubinato
plural y consistente, ha creado ya, al menos dos clases de pobres y
desempleados: Los pocos que se rebelan al sistema y toman los atajos
de la confrontación, la anarquía, la droga, la delincuencia, y el
reclamo violento y la de los estoicos, que hacen de su resignación
particular la propia fortaleza para sobrevivir. Hasta donde se pueda
y como se pueda. No estoy hablando de dos argentinos, estoy hablando
de millones de argentinos.
En este "concubinato" de poder que se legitima con cada elección,
pero que no puede legalizarse formalmente por razones obvias de
conveniencia, las razones morales se disgregan, se atomizan, se
fragmentan y se disuelven junto a las personas, las familias, las
comunidades, las instituciones y sus posibilidades de alcanzar la
transformación, desarrollo, justicia y equidad.
Los argentinos, otrora orgullosos de haber recuperado la democracia,
debemos admitir que como ciudadanos nos empequeñecimos en los últimos
20 años, solo agrandamos afanosamente nuestros bordes defensivos
entre el yo y los demás y nuestros límites ya no son para nosotros,
sinó para los otros. Como individuos en sociedad, como sujetos de
convivencia en comunidad, como elemento celular parte del contexto
urbano, no explotamos, pero si, no tengan duda implosionamos.
Nos estamos convirtiendo en inanimados contempladores pasivos e
individuales de los acontecimientos mientras los escombros de una
democracia en crisis se vienen abajo, demolida, resquebrajada e
insostenible por el vaciamiento de los partidos políticos, el
pensamiento estrategico nacional como proyecto en discusión y las
militancias comprometidas en su diseño, confección y propuesta. Hemos
degenerado y degradado el solemne acto cívico de votar en un
insignificante consumo de prospectos y elegir entre alianzas de
políticos profesionales cuyo unico merito es competir por el poder de
estar en el poder.
Como el cangrejo, caminamos hacia atras y las primeras consecuencias
nos caen en la cabeza, pero las mas grandes, seguramente caeran sobre
nuestros descendientes.
Hemos impuesto un modelo reinventado de revolución complaciente y
tibia, regresando de hecho a una escuela griega de pensamiento 300
años antes de Cristo, cuya virtud es la resignación, marchamos hacia
la involución en lugar de la evolución madura y sustentable
acompañando al nuevo siglo y al futuro digno y posible que merecen
recibir nuestras generaciones venideras. Nuestros hijos y nuestros
nietos.
Hoy mas que nunca, la concentración del poder económico obtiene su
fortaleza del juego de oportunidades y su premio es el jugo
resultante de exprimir a ese gran ejercito disciplinado de la pobreza
y la desigualdad para su propio deleite y sostenimiento, del otro
lado los perdedores, esta sociedad de masas de proporciones, asimila
sin reaccionar y con un raro humor su desventura mientras la consume
con obsecuencia, divirtiendose de su propia torpeza en clasico
escenario, montado a la manera de un circo romano moderno, exhibiendo
victimas y victimarios, juntos en programas televisivos como bailando
por un sueño, el gran hermano, o las clásicas puestas de noticias de
manipulación como muestra de la evidente desesperación de los
políticos, por la difusión de las encuestas con el fin de poder
influir e inducir lo que el pueblo piense o debe pensar y a quien
votará...
Hemos caido en la mediocridad de discutir personas porque ya nadie
cree en proyectos politicos alternativos y de envergadura que
trasciendan periodos de gobiernos.
La clase política, en su mayoría, se ha aislado de la gente en forma
tal que su supervivencia y continuidad han tenido que fabricarla
desde la soledad de los medios, porque ellos ya no pertenecen a ese
ghetto popular de origen al que intentan convencer para que los vote,
porque ya no creen en su propia prensa paga, no confian en el que
tienen al lado, no conocen lo suficiente al otro que tienen al
costado y no pueden arriesgar un pronostico gestado desde la lealtad
y el prestigio acumulado en años. La democracia en juego esta a
punto de declararse inconsistente porque sus actores principales han
pasado a ser solo productos reciclados como arte y parte del juego de
la fama mediatica y efimera que los hace ganar o perder elecciones.
A solas, nosotros y los otros, encontramos que no estamos de acuerdo
con lo que hay y lo que está o lo que se hace, pero, podemos percibir
que aún se puede seguir así un poco más... Patear la pelota hacia
delante y pasar desapercibidos. Podemos continuar, no hay duda,
sofocando la pasión reprimida que se desborda en forma emocional cada
tanto en un cacerolazo o una marcha por la justicia, la igualdad y la
dignidad, seguir presos de nuestra apatía individual mas absoluta,
transitando un camino hacia la realidad que nos toque así sea
adversa, haciendola casual y propia de una natural fatalidad que nos
fue en suerte.
O por allí, quien lo dice, podemos proponernos cambiar y empezar a
participar, creer, crecer y luchar para que la equidad, la
cooperación, la solidaridad y la verdadera democracia plena,
signifiquen algo más que un parrafo demodé del discurso académico y
la promesa ligera de cualquier candidato en pugna por un puesto
político de cuatro años.

Raúl
Trelew Chubut

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