martes, 7 de agosto de 2007

] La energía y las relaciones internacionales

La energía y las relaciones internacionales
Seguridad e información
por Rosanna González Pena
El tema de la crisis energética en Argentina y en el mundo es recurrente. Dos números atrás, en esta misma página, nos referíamos a un mercado petrolero cada vez más caro y con mayores dificultades de producción. Continuando con la cuestión del mercado energético internacional, surgen ahora otros análisis importantes.
Indudablemente, el modelo de seguridad energética de las últimas tres décadas es demasiado limitado y debe ampliarse para abarcar nuevos factores. La seguridad energética no puede sostenerse por sí sola, más bien debería insertarse en el conjunto de relaciones internacionales más amplias y en la forma en que las naciones interactúan entre sí.
El interés constante sobre este tema viene impulsado en parte por un mercado muy restringido y por los altos precios del petróleo, que se han duplicado en los últimos años. Pero es también una cuestión fuertemente alimentada por la amenaza del terrorismo internacional, la inestabilidad de algunas naciones exportadoras, las rivalidades geopolíticas y la acuciante necesidad de los países de contar con energía suficiente para impulsar su crecimiento económico.
Las preocupaciones por la seguridad energética no se limitan al petróleo. Hablando de gas natural, la creciente demanda y la oferta restringida provocó que América del Norte ya no pueda autoabastecerse y que Estados Unidos se sume al mercado mundial del gas natural, que ahora agrupará países, continentes y precios de una manera inédita.
Algunos peligros nuevos se han vuelto más evidentes. El mundo dependerá cada vez más de nuevas fuentes de abastecimiento en lugares donde la seguridad todavía está en desarrollo, como los campos de petróleo y gas natural sobre las costas de África Occidental y del Mar Caspio, y de los países asiáticos de la antigua URSS.
En el 2005 y por primera vez el consumo total del continente asiático excedió al de América del Norte; como resultado surgió el mercado petrolero más restringido en tres décadas, prácticamente sin pozos disponibles para producir petróleo agregado.
Hoy sigue siendo así, pero con un problema más: el petróleo adicional puede producirse pero no venderse con facilidad porque no tendría la calidad suficiente requerida por las refinerías disponibles en el mundo.
La capacidad de refinación es un dato importante en la oferta pues hay una diferencia importante entre la demanda de los consumidores del mundo y las capacidades de las refinerías. El sistema global de refinación no cuenta con la llamada "capacidad de conversión profunda" para transformar crudos más pesados en destilados medios.
De todos modos, el mundo cuenta con varios proyectos tendientes a incrementar la demanda.
Una parte sustancial provendrá de la explotación de reservas no tradicionales, que van desde las arenas bituminosas de Canadá hasta los depósitos en aguas muy profundas y un combustible de altísima calidad, semejante al diesel, derivado del gas natural; todo esto gracias a los continuos avances en tecnología.
Aunque las compañías energéticas tienen proyectos en ambientes más difíciles, la geología no es el principal obstáculo para el desarrollo de las nuevas reservas que temen encontrar; por el contrario, la mayor dificultad reencuentra en lo que ocurre con los asuntos internacionales, la política, las decisiones gubernamentales, las inversiones en energía y el desarrollo tecnológico.
La experiencia ha mostrado que para mantener la seguridad energética los países deben regirse por varios principios.
El primero y más conocido es el mismo que Winston Churchill demandó hace más de 90 años, la diversificación de la oferta.
Pero no basta con diversificar; debe ponerse en práctica un segundo principio, la elasticidad, lo que equivale a un "margen de seguridad" en el sistema de oferta de energía que facilite la recuperación después de los sacudones. Esto puede provenir de factores tales como la capacidad de producción suplementaria, las reservas estratégicas, una capacidad adecuada de almacenamiento a lo largo de la cadena de suministro, así como también de planes para responder a interrupciones que puedan afectar grandes regiones.
De allí el tercer principio de reconocer la realidad de la integración.
Existe un solo mercado petrolero, un sistema complejo de alcance mundial que mueve y consume unos 86 millones de barriles diarios. Para todos los consumidores, la seguridad radica en la estabilidad de este mercado; la división no es una opción.
El cuarto principio es la importancia de la información. La de buena calidad sostiene a los mercados que funcionan bien y no es menos importante en una crisis, cuando se puede crear pánico por una mezcla de problemas reales, rumores y miedo. La realidad puede ser embarrada por acusaciones, indignación y una búsqueda loca de conspiraciones, transformando una situación difícil en algo mucho peor. En estas situaciones el sector público y el privado deben colaborar con información oportuna y de alta calidad para contrarrestar el pánico.
Los ductos internacionales de larga distancia se irán volviendo un elemento de mayor importancia para el comercio de energía mundial y no una idea delirada de algunos gobiernos, como muchos creen.
En la actualidad, los océanos son cruzados diariamente por unos 40 millones de barriles de petróleo en buques-cisterna; hacia el 2020, ese número podría saltar a 67 millones.
La importancia del tema de la seguridad crece cada día; la confiscación o hundimiento de naves en aguas inseguras podría cortar las líneas de suministro por largos periodos. Para proteger los ductos y los cuellos de botella geográficos es preciso aumentar la vigilancia y mejorar el desarrollo de las capacidades de respuesta rápida. Esto no significa que los Estados Unidos se conviertan en los gendarmes de los mares, más bien implica la necesidad de un trabajo en conjunto entre aquellos que compran y venden recursos energéticos.
Hoy en día no son pocas las voces según las cuales es probable que también sea necesario desarrollar una nueva generación de tecnologías de energía nuclear y de "carbón limpio", dando un nuevo papel a las fuentes renovables de energía a medida que se vuelvan más competitivas.
En un mundo tan interdependendiente, la seguridad energética dependerá mucho de la forma en que los países manejen sus relaciones recíprocas, ya sea en forma bilateral o dentro de marcos multilaterales, tanto en el primer mundo como en el nuestro.
http://www.noticiasyprotagonistas.com/es/514/opinion/2701/

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